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Día de los humedales: conocer para preservar

Una especialista del CONICET estudia los aspectos socio-ecológicos del estuario de Bahía Blanca, uno de los humedales más importantes en Argentina.

La Asamblea General de Naciones Unidas estableció el 2 de febrero como el Día Mundial de los Humedales en conmemoración de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, celebrada en el año 1971 en Ramsar, Irán.  El objetivo de la fecha es crear conciencia sobre el papel vital de los humedales para la biodiversidad, el medio ambiente y el planeta.

El lema del 2023 para este día es: “Revitalizar y restaurar los humedales degradados”, la propuesta es destacar la importancia de restaurar los humedales, buscando mitigar las problemáticas e impactos que implican las actividades humanas sobre los mismos.

Sobre este tema versa una publicación de María Ángeles Speake, becaria doctoral del CONICET en el Departamento de Geografía y Turismo de la Universidad Nacional del Sur (UNS), quien realizó un análisis integral del sistema socio-ecológico del estuario de Bahía Blanca con el objetivo de que el mismo se convierta en un documento de referencia a utilizar en procesos de gestión ambiental de dicho espacio.

El trabajo se realizó en el marco de dos proyectos de investigación: “Problemáticas geoambientales en la región costera de Bahía Blanca” bajo la dirección de María Elizabeth Carbone, investigadora del CONICET en el Departamento de Geografía y Turismo de la UNS y “Evaluación y control de la eutroficación en ambientes marino costeros del sudoeste bonaerense” bajo la dirección de Carla Spetter, también investigadora del CONICET en este caso en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO- CONICET – UNS). En el documento se abordan las principales características del estuario y las distintas problemáticas socio-ambientales derivadas de la intervención de actividades humanas y su interrelación con la naturaleza.

El ecosistema del Estuario de la Bahía Blanca es un humedal costero con características geográficas y biológicas únicas. Se trata de un extenso sistema de marismas e islas naturales situado en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires con una superficie aproximada de 262.527 hectáreas, superado en extensión a nivel nacional sólo por el estuario del Río de la Plata.

“Los resultados del análisis muestran que las principales presiones antrópicas que recibe el estuario y que favorecen la degradación del mismo son la contaminación ambiental, la sobreexplotación de recursos y la introducción de especies exóticas invasoras”, expresó Speake y agregó: “es un espacio que posee áreas fuertemente intervenidas, donde conviven múltiples usos del suelo, principalmente agrícolo-ganadero e industrial, y en el que se ubica el mayor sistema portuario de aguas profundas del país”.

Flamenco austral (Phoenicopterus chilensis) en RN Costera Bahía Blanca
Flamenco austral (Phoenicopterus chilensis) en RN Costera Bahía Blanca. Gentileza: Angeles Speake. Becaria Doctoral CONICET

Los humedales del estuario de Bahía Blanca incluyen el frente costero de la ciudad y de los partidos de Coronel Rosales y Villarino y abarcan una amplia gama de hábitats, configurándose como un importante reservorio de biodiversidad. Allí es posible encontrar vegetación, adaptada a vivir en un medio seco, en suelos arenosos y en salitrosos, gramíneas y marismas.

Según se enumera en el informe en las islas y costas habitan guanacos, ñandúes, zorros grises, zorrinos, pumas, gatos montés, gatos de pajonal, vizcachas, peludos y maras; en el medio marino se destacan los delfines franciscana y mular, el lobo marino de un pelo, las tortugas verde, cabezona y laúd, grandes tiburones, entre otros. Mientras que en las planicies de marea se destaca la presencia de cangrejos cavadores. Este sitio es utilizado también anualmente por numerosas aves playeras migratorias, neárticas y australes, como área de invernada.

La autora del trabajo remarca: “Además de ser fundamentales para el sostenimiento de la vida de gran cantidad de especies animales y vegetales, los humedales aportan muchos más servicios ecosistémicos: por ejemplo, filtran contaminantes, almacenan y reciclan nutrientes, reducen el riesgo de inundaciones, protegen las costas de la erosión y las tormentas, mitigan el cambio climático, proveen alimentos y también ofrecen ambientes propicios para la recreación y el turismo”.      

El estuario posee tres áreas-costeras protegidas que dan cuenta de la importancia otorgada al valor que posee este ambiente y la necesidad de preservarlo: la Reserva Natural Costera Municipal de Bahía Blanca, cuya función principal está orientada al desarrollo de tareas de educación y concientización de la población respecto de la naturaleza y su conservación; la Reserva Natural de Objetivo Definido Mixto Faunístico y Educativo “Islote de la Gaviota Cangrejera”, que protege la mayor colonia reproductiva de gaviota cangrejera o de Olrog (Larus atlanticus) del mundo, una especie endémica y amenazada. La colonia de esta reserva congrega anualmente entre 2000 y 3500 parejas reproductivas; y la más extensa de ellas, la Reserva Natural de Usos Múltiples “Bahía Blanca, Falsa y Verde” que abarca numerosas islas, bancos, canales y planicies de marea del estuario y que cuenta con un plan de manejo compatible con la realización de actividades de investigación, educación ambiental, pesca artesanal, pesca deportiva, deportes náuticos y ecoturismo.

Mapa de las áreascosteras protegidas del Estuario de Bahía Blanca. Gentileza: Angeles Speake. Becaria Doctoral CONICET

En forma simultánea con la declaratoria de estas áreas protegidas, existen otras figuras de protección relevantes en el estuario. En 2008, BirdLife International incorporó este sitio a la red de Áreas de Importancia para la Conservación de Aves y en 2016 la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras declaró al estuario como sitio de importancia regional.

Gaviota cangrejera (Larus atlanticus)
Gaviota cangrejera (Larus atlanticus)

“Estas acciones son clave para complementar los esfuerzos de conservación y crear conciencia sobre la importancia de nuestros humedales. Sin embargo, no tenemos normativa específica en relación a estos ambientes, a excepción de la Convención Ramsar (ratificada por Ley Nº 23.919), que dispone obligaciones de carácter general. Ello ha generado la presentación y tratamiento de numerosos proyectos de ley en el Congreso de la Nación en la última década; no obstante, ninguno de ellos ha prosperado”, señala Speake.

La especialista describe que los últimos proyectos legislativos que se han presentado coinciden en la definición de una serie de elementos clave, como la conceptualización clara de lo que constituye un humedal, la determinación de una autoridad de aplicación nacional, el establecimiento de partidas presupuestarias acordes, la elaboración de un inventario nacional y propuesta de ordenamiento territorial y la generación de espacios de efectiva participación ciudadana, a fin de garantizar derechos a las comunidades locales.

“La sanción de una ley de presupuestos mínimos en materia de humedales constituye una necesidad urgente a nivel nacional a fin de garantizar la efectiva protección y uso racional de este excepcional ecosistema. De esta manera se establece una base o piso mínimo de protección que luego las provincias pueden complementar, pero deben respetar”, concluye.